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Tengo comprobado que no puedo estar demasiado tiempo en compañía de más de tres mujeres, a menos que sean lesbianas. Y no me pregunten por qué. De la misma manera que no puedo estar sentada en un gallinero más de media hora sin ponerme a agitar las alas y cacarear.
No quiero entrar en debates sobre el género, me produce dolor de cabeza, de ovarios y hasta de testículos, pero os contaré un secreto: últimamente, cuando bebo un par de cervezas, me transformo en un señor.
!ME TRANSFORMO EN UN SEÑOR!
Eso es lo que digo a mis atónitos interlocutores. Dejo de cruzarme de piernas, de atusarme el pelo, ya no me retoco el lipstick en el baño, me quito pendientes, broches y tacones, se me suelta la lengua. Amo la vida, amo el amor, soy un truhán, soy un señor. Entonces entiendo por qué mi padre me decía desde tiempos inmemoriales
- A ver cuando aprendes a portarte como una mujer!
- ¡SÉ UNA MUJER!
- ¡Eso no lo hacen/dicen las mujeres como Dios manda!
De aquellas "amistades" no quedó nada, la mayoría se casaron y/o se fueron muy lejos.
Viví aquello como una especie de campo de concentración, a las nuevas las obligaban a "desfilar" encima de las mesas mientras les sacaban defectos y los enumeraban en voz alta para deleite de las demás. "¡Vaya cartucheras!!donde tienes la pistola, vaqueraaaa!! Esa nariz, la muerte del loro! Jajajajaajaja!!! No tiene tetas, mírala, nada por delante, nada por detrás...". Y recuerdo a alguna que se echaba a llorar o se aguantaba las lágrimas, para luego correr a esconderse a su cuarto.
Comparado con esto, la gamberrada de los chicos de meterle al novato la cabeza en el báter es un rito de iniciación maravilloso.
En el Corte Inglés, es de obligado recibo saludar a las compañeras con un elogio referente a su cuerpo,"hola, guapa", "¿qué tal, tipín?", "¡uy, qué mona te queda esa camisa", "Llevas un pelo precioso", "¡me encanta tu maquillaje".
Y resulta estresante porque parece que te recuerden constantemente que eres un cuerpo, una cara, una maceta, un adorno que debe lucir bien, parece que te miren de arriba a abajo escudriñándote. Y creen que eres una de ellas... Debo hacerme pasar por una de ellas, para sobrevivir en el matriarcado de Perfumería....
Aunque, cuando escapo de su mirada inquisidora, cuando tomo un par de cervezas, me desinhibo y puedo mostrarme tal y como soy, ME CONVIERTO EN UN SEÑOR.