




Normalmente le damos demasiada importancia al orden cronológico de las cosas. Para que todo resulte coherente necesitamos una introducción, un nudo y un desenlace. Hemos llegado a un punto que el espectador no necesita hacer ningun esfuerzo, todo le viene troceado, masticado y a veces, hasta digerido.
Me gustó La Carretera de Cormac McCarthy porque no tiene ni principio ni final, ni nudo ni desarrollo, ni historia ni coherencia. Aunque, realmente, tampoco es que me gustara tanto...