Le chiflaban las enciclopedias. Cuanto más rancias,mejor. Aún así,no era feliz. Los paraísos terminaban, y llegaba la aplastante realidad. Con sus obligaciones, limitaciones y miserias. La atmósfera en casa era deprimente la mayor parte del tiempo. Los adultos así se lo transmitían, y no podía defenderse. Era tan pobre la felicidad allí, que se desanimo ya de pequeñajo.
En una de sus escapadas al pasillo, tropezó y cayó al suelo. Se hizo una rozadura en la rodilla, se acurruco, y sollozó. En la oscuridad notó una caricia en la rodilla.Se sobresaltó dijo: ¿mamá?. Nadie respondió. Otra caricia. Mudo de miedo, abrió mucho los ojos, y le pareció ver una figura en cuclillas. Sobresaltado, pegó un bote y salió disparado hacia el comedor, chocando con su madre. ¿Qué haces?,l e dijo esta. Me...me...me..., era lo único que salia de su boca. Hay que ver que trasto eres, ¡mira como llevas la rodilla!. Anda,ven que te cure. Dijo su madre.
Esa noche, no pudo dormir. Los días siguientes, los vivió en un estado permanente de nervios, pasando a toda mecha cada vez que tenia que pasar por el pasillo. Con el paso del tiempo,más o menos se calmo.
Un día,volviendo del colegio, jugando con un amigo, se hizo un arañazo en la mano. Subió a casa, chupandose la mano,y dijo,¡ ya estoy aquiiii!, dirigiéndose hacia el comedor. En esas, noto una caricia en su pequeña mano. En menos de un segundo ya estaba en el comedor. Ma...ma...en...en...el...pasillo...hay...algo. ¿Como qué algo?, dijo la mujer. Si...si...algo. Algo...que...me...acaricia. ¿Pero que dices?,al final te tendré que prohibir que leas esos tebeos tan feos que lees, ¿otra vez te has hecho pupa?, no puede ser contigo...
Una vez curado, se sentó a merendar. No podía quitarse de la cabeza las caricias del pasillo. ¿Quien se las daba?, ¿Por qué? Entonces cayó en la cuenta. Las 2 veces tenia heridas. Y las 2 veces las caricias eran en las heridas. Se armó de valor, y se rascó el arañazo de la mano, hasta que sangró. Temblando se dirigió al pasillo. Casi llegando al final,volvió a suceder. Una caricia. Esta vez no huyó,aunque lo hubiera hecho de buena gana. Permaneció quieto, hasta que notó algo húmedo recorriendo su mano. Una lengua. Fuera lo que fuese propietario de esa lengua, chupaba cada vez más intensamente. Dos pequeñas garras le sujetaron la manita, para poder chupar mejor. No aguanto más, revolviéndose, se soltó de las garras y se largo pitando a su cuarto.Tenia que saber que era aquello. ¿Debía decírselo a sus padres? Tuvo una idea.La próxima vez,encenderé la luz,y le pillare. Pero, ¿y si es peligroso? ¿y si al encender la luz me ataca? La idea dejó de gustarle. Tuvo otra. Se lo diré a papa, ¡Sí!,seguro que me cree. Le diré que se pinche el dedo con una aguja y que vaya al pasillo, a oscuras. Cuando su padre llegó,una vez sentados en la mesa para cenar,l o soltó. Papa,creo que en el pasillo hay un monstruo que le gusta la sangre. ¿Queee? ¡Sí papa! ¡de verdad! ¿Pero que dices? Entonces empezaron los deportes en la tv, y papa, dejó de existir.
Al dia siguiente,fuerón de visita sus tios con su primo Juan.Casi tenían la misma edad y se llevaban muy bien. Enseguida se lo contó todo. Juan primero se lo tomó a broma. Él, muy serio, le juro que era verdad,y le dijo a Juan: Tienes que pincharte el dedo e ir al pasillo. Jajjajajjaja, ¿que dices tío? fue la respuesta de Juan. Pero al rato, una gotita de sangre brotaba de su dedo, y se dirigía hacia el pasillo. Pedro esperaba impaciente en su cuarto. Al poco, se oyó un grito. La primera en llegar al pasillo fue la madre de Juan, y lo primero que hizo, encender la luz. Lo único que quedaba de Juan era su ropa.