





Estas circunstancias y mi pasión por Steven Meisel (demostrada hace un par de entradas), me impulsa sobremanera a compartir este editorial. Ni las modelos se libran de los controles de seguridad. Sin embargo, ya sea realizando rutinarias tareas del hogar como sufriendo un registro policial en plena terminal, desprenden un halo distinto. Un glamour innato del que todos deberíamos aprender.
¡Ponga una modelo en su vida!